Las poderosas aguas del Cantábrico han labrado, al paso de los siglos, lo que hoy se antoja como capricho de la naturaleza. Con formas imposibles, las rocas de la Playa de As Catedrais sorprenden porque se asemejan más a un decorado, minuciosamente trazado, que a una sucesión de grutas, pasadizos y arcos, convirtiéndose en una de las playas más bonitas del mundo.
Su topónimo original, Praia de Augasantas, se debe, probablemente, a la antigua presencia de un manantial de aguas medicinales con propiedades milagrosas.