Estrecha y con fuerte pendiente de bajada hacia la zona del Puerto de Porcillán, esta calle conserva un buen número de viviendas tradicionales, tanto humildes como otras de mayor empaque. Entre ellas, la hermosa Casa de Don Clemente, que nos acerca -con sus balcones y galerías-, a la huella que la emigración a América dejó en la idiosincrasia ribadense.