Antigua Aduana

Edificio singular del siglo XVIII-, que se alza sobre el embarcadero de Porcillán, ubicado en el puerto de Ribadeo. En su origen fue una casona particular perteneciente a Don Carlos Acevedo Pardo. En ella residió también Pedro Miranda Villamil, exitoso comerciante contemporáneo de Raimundo Ibáñez.

Se trata de una construcción de porte señorial de tres plantas, con una hermosa fachada de estilo barroco borbónico conformada por tres grandes arcos de medio punto y vanos. En su parte trasera cuenta con una torre monumental rematada en un magnífico corredor. En su escudo figura la fecha de 1726.

El edificio tuvo diferentes usos, siendo alquilado para aduana durante un tiempo, a partir de 1800, cuando se construye el embarcadero y una rampa en Porcillán. Los amplios bajos de la casa servían de almacenes y alfolí (almacén de sal). Llegó a ser la tercera aduana en cuanto a volumen de recaudación del Reino de Galicia, por detrás de las de Coruña y Ferrol.

En la actualidad sigue habiendo en Ribadeo tráfico marítimo comercial, sobre todo de madera, pasta de papel, caolín y otros áridos. Hay un puesto de control aduanero y la oficina de la Aduana -situada al lado del Pazo de Ibáñez- es la única de la provincia de Lugo.

El edificio de la antigua aduana fue también fábrica de salazón y albergó a las clarisas del convento de Santa Clara, cuando este fue ocupado por las tropas francesas durante la invasión napoleónica. En los años veinte y treinta, durante la II República, estuvo dedicada a Escuela de niños y niñas hasta que comenzó la Guerra Civil.

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