Aunque las formas que derivan de este peculiar encuentro entre el mar y el continente sean las protagonistas, no se debe pasar por alto la riqueza que este lugar posee en lo que se refiere a su flora y fauna, propias de la costa Atlántica, especies que tuvieron que adaptarse a las extremas condiciones ambientales del lugar. Así, la hierba de “namorar”, el hinojo de mar, el tojo o el brezo forman parte de la vegetación terrestre de la zona. En lo que respecta a la vegetación marina destacar las algas rojas y algas coralináceas incrustantes que, junto con los líquenes, modifican el aspecto original de los acantilados.