Aunque algunas casas, por las que transcurría próximo un río, podían contar con uno propio, los lavaderos de ropa solían ser públicos y por lo tanto de uso colectivo. En algunos las mujeres lavaban la ropa unas frente a otras, pero en otros las mujeres lavaban de lado. En estos se establecían reglas de uso, como la de echar el agua sobre la ropa con la mano derecha para así evitar echarse unas a otras jabón y agua. Los lavaderos públicos, junto con las fuentes, eran los grandes lugares de convivencia y contacto social para las mujeres de la época.