Ribadeo se desarrolló como núcleo comercial de primer orden en el Cantábrico hispano. La suya es una historia de marineros y capitanes que comerciaron con vino, maderas, lino o cereales, también de agricultores y ganaderos, que desde las parroquias del interior, aprovisionaban la villa y a los viajeros de alimentos y productos procedentes de las pequeñas industrias rurales.